lunes, 30 de marzo de 2009

¿Chicken or Beef?

Creado por Juan Manuel Wills Edición No. 10 Año 2

No tengo claridad si el título de esta nota debería ser una pregunta (ojala con algo de amabilidad): - “¿Al caballero le gustaría la opción de pollo o carne para la comida?”, una orden: - “¡Le voy a obligar a comer en este trayecto, pollo o carne y es lo único por lo que puede optar!”, o simplemente un reflejo condicionado de Pavlov debido al entrenamiento recibido para desempeñar eficientemente esta labor.
Sea lo que fuere, es una de las combinaciones de palabras mas antipáticas que escucho a azafatas de compañía aéreas norteamericanas (sí, deberíamos utilizar la palabra ¡norteamericanos! para identificar todo lo que procede de dicha región, pues ellos no son los únicos americanos de este continente como erróneamente lo expresan; todos los que nacimos en esta zona del globo, descubierta por Colón, lo somos.)
La cacofonía en mención que inclusive a veces ni se entiende cuando la utilizan, refleja en buena parte la degradación del servicio que las aerolíneas están obligadas a ofrecer como contraprestación a sus viajeros. Un exabrupto, una humillación y un atentado al buen gusto, al respeto y la dignidad del pasajero que espera llegar con comodidad y buena atención a un destino especifico al asumir, sin muchas opciones ni alternativas, un alto costo del pasaje.
Y desvíandome un poco del tema: ¡de comodidad ni hablar!. Los espacios entre las filas de sillas son reducidos y mas diseñados para prisioneros o personas con limitaciones físicas que para seres humanos normales. Si usted, por desgracia, mide mas de un metro con sesenta y debe acomodarse en la silla de la ventanilla o del medio de la hilera, está condenado a permanecer sin movimiento mientras culmina el trayecto, o peor aún, si el pasajero de adelante decide extender el espaldar de su silla para conseguir una posición mas holgada. Además, ore para que su vecino no le salga muy conversador o pintoresco o lo que sería el complemento ideal de la pesadilla, no sea un gordo de esos que solo se ven por tierras norteamericanas. Si su rezo se le cumple, al menos podrá intentar conciliar, si es capaz, el sueño y acortar el martirio de la travesía.
Si se decidió por el pollo, o la carne, lo mismo da; de todas formas recibirá un plato que contiene una masa de color indefinido, de sabor desconocido y desagradable y de presentación inaceptable que deberá comer para de esta manera colmar el hambre desaforada con la que se embarcó. Y esta vianda usualmente la acompañan de una ensalada verde y helada con posibilidades de añadirle un aderezo, si es capaz de abrir el empaque metálico en que viene y que por lo general requiere como último recurso la utilización de sus dientes para verter el líquido avinagrado que contiene. ¿Y que decir del pan, congelado y duro, o del postre, frío y viejo? En fin, un infierno para un gourmet o para una persona del común como usted y yo.
No puedo entender cómo, en las revistas internas que se ojean durante el vuelo, con la misma atención que en cualquier sala de espera, siempre se encuentre un artículo en que le hacen un reportaje al orgulloso Chef en jefe del conglomerado. He llegado a pensar que desempeñarse en esta función puede ser tan degradante como ser auxiliar de bus inter-municipal, pues no imagino mayor desprestigio para un profesional que el de ser citado como el creador de estos “manjares” ofrecidos en vuelo.
Como me gusta viajar -es uno de los gustos que pretendo seguir dándome- y no me quiero dejar afectar por estas indelicadezas, he decidido forzarme a cumplir con dignidad las siguientes reglas de comportamiento:
  • Me negaré a comer lo que me ofrezcan en ruta, prefiero llevar mi “lonchera” como en el colegio;
  • si no me asignan un asiento en un pasillo no subiré al avión;
  • procuraré utilizar los servicios de empresas de aviación colombianas o de procedencia distinta a las norteamericanas - los de Avianca son excelentes-
  • les exigiré que cambien la denominación de clase “económica” por la mas adecuada de “despreciable” y, finalmente,
  • dejaré que sigan convencidas, que cobrando un cargo adicional, inclusive hasta por las maletas, van a sobrevivir y salir adelante. ¡ Dios no lo quiera!

Un Pensamiento:
"Todos nos hemos de ir, y los que se nos adelantan no hacen sino recordarnos que estamos de viaje"

Rufino José Cuervo

Filólogo y Erudito Colombiano
Bogotá 19 Sept, 1844 - París 17 Julio, 1911



Y para finalizar, hoy conocí la triste noticia del fallecimiento de Edgar "Chonto" Gaviria (gran jugador de Millos),hijo del célebre portero del Santa Fé, Julio "Chonto" Gaviria en cuyo honor y por mis famosas actuaciones, no muy afortunadas, como portero del curso en el Andino, mi gran amigo Rafael Mendoza me puso hace ya muchos años, el apodo que se ha convertido en parte de mi identidad.
Me trae grandes recuerdos de las épocas en que se podía ir en paz a disfrutar un buen partido de fútbol.

Paz en su tumba

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JMW