martes, 19 de mayo de 2009

Arrepentimiento del ahorrador


Do-It-Yourself
Cargado originalmente por iamPatrick
Publicado por Juan Manuel Wills Entrada No. 15 Año 2

En estos momentos de crisis global se han publicado infinidad de artículos, inclusive libros, que recomiendan al ser del común, como usted y yo, apretarse el cinturón, reducir a la mínima expresión los gastos superficiales en los que se incurría en épocas de bonanza y de esa manera aguantar el chaparrón, contribuir al ahorro, una de las variables macroeconómicas que mas le puede ayudar a un país según lo expresan los economistas expertos y sentirse mas tranquilo en su conciencia al tomar acciones responsables y concretas para dar un ejemplo de austeridad y de iniciativa a la comunidad y a la familia.


Al margen de esta nota, y a propósito de la definición que mas se acerca a lo que es un economista, con perdón de mis amigos que ejercen esta carrera, las que mejor los describen son aquella que los presenta como unos profesionales dedicados la mitad de su tiempo a predecir el futuro comportamiento de la economía y la otra mitad a buscar las razones y explicaciones por las que sus predicciones nunca se cumplieron o esta otra que indica que ellos existen para así poder comparar y demostrar que los meteorólogos hacen bien su trabajo.

Las actitudes de ahorros recomendadas, que en sí son racionales, objeto de los mejores comentarios y en principio no tienen contradictores, tientan de todas maneras a algunos de sus practicantes a exagerar la nota y con esto encontrar inconvenientes inesperados que pueden ser mas perjudiciales y costosos que el remedio que se utilizó. De ahí el título de la entrega.

Por ejemplo, si en la casa se presenta un daño en el baño, la señora de la casa o su marido, por cordial solicitud de ella, decide enfrentar la situación sin recurrir al plomero especialista que siempre contrataba, sale precipitadamente al Home Center o a la ferretería de la esquina, dependiendo de la urgencia, a buscar un inodoro nuevo y moderno de reemplazo, que además, por su nueva tecnología ofrece posibilidades en reducir el consumo del agua utilizada; lo adquiere y paga como si estuviera en el supermercado, sin solicitar ayuda para llevarlo hasta su automóvil o el taxi que contrató con el fin de no incurrir en los altos costos del parqueadero y de las tarifas de gasolina mas altas del mundo. Finalmente, al arribo a su residencia lo deja en el sitio del incidente.

En ese momento, con el entusiasmo infundido por tanto manual “Do it yourself” -Haga usted mismo los arreglos caseros- o de un video explicativo en You Tube para manejar estos inconvenientes domésticos, encuentra evidente y de manera entusiasta una fuente adicional para generar un ahorro adicional y decide emprender por sí mismo la labor de instalación del aparato adquirido para evitar de esta forma desembolsar unos honorarios adicionales a su habitual contratista.

Cierra el registro del agua, despega de su base el recipiente defectuoso, instala fácilmente el nuevo, y lo afianza al baldosín original con uno de esos cementos nuevos de ágil manipulación que seca de forma instantánea; abre el registro del agua, comprueba que fluye normalmente, alimenta su ego por el aporte al ahorro y por las habilidades ocultas que desplegó en esta operación, y así, al evitar desperdiciar unos pesos de más, aquí y allá, genera una posibilidad adicional de distracción casera, no sacrifica exageradamente el presupuesto asignado para otras actividades (como el salir a un restaurante, o tomar unas vacaciones) que son ya parte de la rutina personal y familiar. El orgullo de contribución a la economía doméstica continua creciendo por unos minutos -a pesar del dolor de espalda que empieza a sentir por haber manejado cargas a las que no estaba acostumbrado- hasta el momento en que recibe la llamada molesta del vecino del apartamento del piso inferior en la que menciona que por alguna extraña razón su morada está empezando a inundarse con una corriente de agua imposible de detener, originada casualmente en una ubicación muy cercana a la del arreglo de marras.

¡Empieza Troya! Hay que cerrar el registro de agua del edificio perjudicando a la vecindad. El “todero” del conjunto, en su sabiduría ortodoxa opina que existe una tubería rota y recomienda, por ser domingo en la mañana, llamar a un servicio de urgencias a domicilio para que examine y repare el daño….la esposa del afectado solicita además la presencia de algún especialista para el secado de las alfombras que se afectaron con la anegación. En otras palabras es necesario sacrificar la salida planeada a almorzar, esperar a todos los salvadores que por lo general incumplen la cita comprometida y aparecen al menos un par de horas mas tarde, asumir los costos de las reparaciones del inquilino molesto y los propios, perder la amistad, al menos temporalmente de esa familia que siempre fue amable con nosotros y al final de la tarde en medio del cansancio y de la ira revisar el saldo del banco para solicitar un préstamos de emergencia al día siguiente que permita cubrir el sobregiro generado por esta circunstancia. En resumen algo que debía valer uno lo multipliqué por diez.

¿Suena familiar? ¡Una tarde inolvidable! Personalmente, mi filosofía y por fortuna para los que me rodean, no es esa. Mi destreza y motricidad fina me impiden actuar de tal manera, algo que aprendí a las malas, en situaciones similares a las del ejemplo y que nunca me salieron bien. Reconozco no ser efectivo ni en la cambiada de un llanta, con lo cual siguiendo las metodologías de nuestros amigos economistas, el costo de oportunidad en que incurro por hacer lo que no sé, aumentaría aun mas el saldo negativo de ahorro. Mejor dicho iría en sentido contrario a la solución de la crisis domestica, desperdiciando dineros innecesarios y empeoraría aun mas la solución mundial (Si sumamos la infinidad de casos aportados por estas iniciativas a nivel macro) .

Démosle la posibilidad de ocuparse en estos menesteres a los reales especialistas, así sus conocimientos sean adquiridos de manera intuitiva y mantengamos nuestro hogar en paz y calma con un saldo positivo.

Para finalizar reflexioné en algunas otras instancias ya sea por cuenta del marido o de la esposa, o inclusive de los críos que pueden generar desastres similares además de achaques físicos (las consecuencias de un mal trabajo imagínenselas ustedes):

• Abrir con un taladro eléctrico un “chazo” en el muro para colgar una obra de arte…o una foto de los hijos,
• tratar de insertar un clavo en una pared de concreto con el martillo ordinario que me regalaron cuando me iba a casar,
• cambiar personalmente el aceite del automóvil o pintar (la palabra mas apropiada sería camuflar) los rayones que le causé en las últimas semanas,
• hacerle mantenimiento al computador, instalar el mas reciente sistema operacional y no caer en cuenta de hacer una copia previa de respaldo,
• renovar el “dry wall” del techo en el sitio que ensucié tratando de instalar un nuevo “spot” de luz,
• desarmar el motor de la aspiradora para cambiarle las escobillas,
• desplazar la vieja televisión de cincuenta pulgadas de un cuarto a otro sin solicitar ayuda para moverla,
• desenredar las cuerdas torcidas de una persiana,
• comprar la carne en la plaza de mercado de una población cercana,
• en vez de los “rayitos” que le pintan en el salón de belleza aplicarse por su propia cuenta la tintura en todo el pelo,
• pintar la casa y ensayar un nuevo tono,
• tapizar los muebles de la sala y
• muchas mas que seguramente los lectores pueden aportar.

Mi recomendación: No volver a hacer estas tareas por cuenta propia. Me lo van a agradecer……eso espero!


Una reflexión de Voltaire:

“Esa fuerza tan evidente, y antes del gran Newton tan desconocida, por la cual todos los planetas pesan los unos sobre los otros y que los retiene en sus órbitas, era ya familiar a un soberano de Rusia [Pedro el Grande], mientras que en otras partes se mantenían los torbellinos quiméricos, y en la patria de Galileo unos ignorantes ordenaban a otros ignorantes la creencia en la inmovilidad de la tierra.”

Tomado de su biografía sobre Pedro el Grande, el inmenso zar ruso

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JMW